Ésta sensación me está matando, lenta y sigilosamente. No sé que sea, ni lo quiero saber. No vaya a ser que esto me ataque con más fuerza.
Es una enfermedad. La enfermedad que causan mis noches de insomnio al estar pensado que pasaría. Ahora me miro al espejo y miro las manchas purpúreas bajo mis ojos, producto de pensar en tí en el momento menos indicado.
Debo de decir, que llevo varias noches en vela, dándole vueltas al mismo asunto. Es un poco extraño, porque jamás me había pasado nada parecido… y espero que no me vuelva a pasar.
Entre más pienso, menos coherentes van siendo mis pensamientos, menos se entrelazan las ideas y poco a poco mi mente comienza a divagar. Éste frío interior que siento desde hace tanto, se vuelve más cruel y cortante al pensar en todas aquellas cosas que pudieran suceder, fruto de mi mente perversa y mi corazón masoquista.
Es una ilusión, todo en lo que creo no existe. No hay nada concreto, no hay nada dicho. ¿Estaré perdiendo el juicio? Me he contradicho no sé cuantas veces, me confundo con mis propias palabras… ya ni sé que quiero decir, que quiero hacer, que quiero pensar.
¿Será acaso que necesito un poco de la vida real? Me he estado aislando tanto del mundo en el que vivía, he llenado mi mente de tantas imágenes irreales, que a veces siento que no encajo en mi propia vida. Si tratara de incorporarme a mi viejo mundo, cierto es que me vería un poco en problemas. Si bien, yo misma lo creé, nunca encajé del todo bien. Y nunca me importó hacerlo.
Aunque antes me fastidiaba tanto, de vez en cuando extraño la sensación de cansancio a la mañana siguiente, el maquillaje negro mal lavado alrededor de mis ojos, mi cabello enmarañado y la ropa impregnada de todos los tipos de humo posibles.
Ahora es el mismo cansancio, pero sin ese espectáculo de personajes vacíos y superfluos del que solía rodearme, compitiendo siempre como animales salvajes. Ahora, solamente cuenta con un único personaje, que a veces es tan imposible que haya coincidido en mi vida, que en muchas ocasiones dudo de su existencia.
- M. Zérega

No hay comentarios:
Publicar un comentario