El otro día, me pude di cuenta de que te encontrabas en una relación…
¡No sabes cuánto gusto me dio! Espero que por fin encuentres a alguien que te aguante.
Al final cómo me desesperabas. Eres muy dulce, y eso me gustaba; pero en ocasiones demasiado débil, y yo… yo puedo ser cariñosa, pero también soy cruel.
Aunque me ayudaste a descubrir una parte de mi personalidad que no conocía, me enseñaste a ser dulce, incluso en ocasiones tierna.
Pero, en vez de ser el aventurero caballero que va a rescatar a su amada… yo era el príncipe azul, y tú la damisela en peligro.
No sé si lo hacías para llamar la atención (porque francamente, estabas un poco falto de cariño), o así eres tú. Nunca lo supe y nunca me importó.
Ya estaba harta de escuchar tus problemas, de que siempre ‘lo supieras todo’, y que según tú; me conocías demasiado bien. ¿Sabes? Ni siquiera yo me conozco, así que tú no sabes nada. Por eso te dejé de querer.
Porque no sé si fue obsesión, o de verdad te amé; pero de verdad me importabas mucho, y te quería. Pero éramos tan iguales en forma de pensar, pero tan diferentes en personalidad que al último resultaba harta de ti y tú siempre terminabas llorando.
Y me resultó peor. De todas formas esto ya no funcionaba y tú seguías rogando con esperanzas aunque te dijera la cruel realidad. Seguías intentando revivir algo que ya no tenía remedio.
Eran muchos factores en contra, de hecho todos estaban en contra y solamente uno a favor. Y tú mismo hiciste que fuera el que derrumbara todo.
Espero que seas felíz, muy felíz. Tanto como dices que fuiste conmigo, incluso más. Deseo con todo mi corazón que me olvides, aunque tú digas lo contrario. Pero sobre todo espero que encuentres un amor, un amor que esté contigo siempre y te sepa sacar adelante; no alguien egoísta como yo, a quien le dejó de importar el bienestar ajeno hace mucho tiempo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario