Mi respiración ya no existía, era mas bien un nulo intento de continuar con un viejo hábito.
Mis ojos ya no veían mas, ahora observaban todo lo que a mi alrededor sucedía.
Miraba a la luz triunfante sobre la oscuridad de la noche.
Veía como El Sol naciente se extendía por sobre nuestras cabezas,
Y como todo aquello en lo que creía no era mas que una vana sombra de lo que de verdad es.
Ya no conosco el frío,
Ya no conosco la enfermedad,
Ahora conosco La Paz. Ahora sé que es La Verdad.
Miro el horizonte de infinito azúl de movimiento.
Miro aquella danza de vida,
Siento el aire que revuelve mis cabellos y acaricia mi piel.
Y por fín comprendo para qué estamos hechos.
Escucho la música de vida que crea la orquesta de las olas.
En ningún momento jamás nada se repite,
Mientras me sumerjo en aquél océano de pensamientos,
Recuerdo los orígenes,
Recuerdo el comienzo.
Por fín comprendo para qué estamos hechos.
jueves, 1 de diciembre de 2011
El Oceano
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