Con su pluma de avestrúz
Se pasea por todos lados
Altanera y orgullosa
Siempre con la frente en alto.
La Catrina, siempre tan elegante como el catrín,
Con su vestido de tul, encaje y labios color rubí;
Se polvea su rostro de pálido color blanco,
Se ladea el lujoso sombrero,
Mientras espera a su desafortunado amor de momento.
Se dan las 12 y siempre con un nuevo amante,
Cada día un alma sin repetir.
La muerte enamoradiza lo lleva a bailar danzón,
Al ritmo del contrabajo y trompetas, seduce aquél corazón.
Con su fría mano lo arrebata,
Mirándolo a los ojos, la sínica muerte se ríe;
Y lo deja morir poco a poco, mientras su alma desviste.
Regresa la Catrina, siempre tan elegante como el catrín;
A aquel callejón de besos comprados,
Buscando un nuevo amante con quien danzar por ahí.

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